ARTISTAS CUBANOS
Carilda Oliver Labra
Premio Nacional de Literatura 1997, la cubana, más específicamente matancera Carilda Oliver Labra entrega al mundo una obra poética en que la audacia y la sorpresa de la idea, de la emoción y de la imagen, actúan como elementos conductores de la poesía. Carilda ¿un mito? El poema «Me desordeno, amor, me desordeno», puede considerarse como el grito de rebeldía que esa muchacha de apenas 22 años, lanza al mundo de tabúes y prejuicios sociales. Desafío que entraña una necesidad humana superior: ser ella misma.
Reivindicar, asumir valientemente su condición de mujer costó un alto precio a la poetisa. Por una parte como afirmara la propia Carilda «su vida ha debido cargar siempre como un estigma poderoso en relación con el erotismo y la sexualidad», por otra con la sórdida labor de los detractores, muchos de los que han querido circunscribir personalidad y obra poética al plano erótico…. Y después el mito.
Mucho se ha hablado de la mítica personalidad de Carilda Oliver Labra, varios autores han tratado este tema, entre ellos Vicente González Castro, que en su libro «Cinco noches con Carilda» expresa que el móvil principal que lo condujo a la poetisa era el de descifrar el mito, sin embargo el propio autor quedó amarrado en la urdimbre del mismo.
Alicia Alonso
Prima Ballerina Assoluta y Directora del Ballet Nacional de Cuba, es una de las personalidades más relevantes en la historia de la danza y es la figura cimera de la danza clásica en el ámbito de la cultura iberoamericana. Nació en La Habana, donde inició sus estudios de danza en 1931, en la Escuela de Ballet de la Sociedad Pro-Arte Musical.
Más tarde se trasladó a los Estados Unidos y continuó su formación con Enrico Zanfretta, Alexandra Fedórova y varios profesores eminentes de la School of American Ballet. Su actividad profesional comenzó en 1938, en Broadway, al debutar en las comedias musicales Great LadyyStars in your eyes.
Un año más tarde ingresó al American Ballet Caravan, antecedente del actual New York City Ballet. Se incorporó al Ballet Theatre of New York, en 1940, año de su fundación. A partir de este momento comenzó una brillante etapa de su carrera, como intérprete suprema de las grandes obras del repertorio romántico y clásico. En esta etapa trabajó junto a Mijail Fokine, George Balanchine, Leonide Massine, Bronislava Nijinska, Antony Tudor, Jerome Robbins y Agnes de Mille, entre otras significativas personalidades de la coreografía del siglo XX. Fue la intérprete principal en el estreno mundial de importantes obras como Undertow, Fall River Legend y Theme and Variations.