Matanzas
De las 14 provincias en que se encuentra dividida la isla de Cuba, probablemente sea Matanzas la que cuente con un número más elevado y una mayor diversidad de atractivos turísticos, entre los cuales el balneario de Varadero resulta el más conocido y demandado en el mercado internacional.
Hace ya más de un siglo, el 5 de diciembre de 1887, el Ayuntamiento de Cárdenas aprobó la primera urbanización de esta zona de playa, ubicada en el punto más septentrional del país y extendida a lo largo de 22 kilómetros sobre la costa norte de la Península de Hicacos, un pedazo de tierra que durante más de 300 años había sido explotada sólo por la existencia allí de productivas salinas y tupidos bosques.
De ahí que no fuera hasta finales de la década de 1920 cuando, de la mano del multimillonario Irenee Du Pont, Varadero comenzara a ganar un espacio en el mercado norteamericano y, a partir de los años 30, en los itinerarios vacacionales de las clases altas cubanas.
Hoy este polo turístico –que junto a la Ciudad de La Habana reciben alrededor del 70% de la totalidad de visitantes que llegan a la Isla– cuenta con un aeropuerto internacional, una sólida y variada infraestructura hotelera y múltiples opciones para satisfacer los gustos más disímiles.
Finísimas arenas blancas y transparentes aguas de in imaginadas tonalidades azules, constituyen las virtudes mayores de su cuidada playa, apta para el disfrute de todos los deportes náutico-recreativos (con o sin motor) y, en particular, para la práctica del buceo, pues cuenta con 32 sitios de inmersión en una zona delimitada por la bahía de Matanzas y el extremo occidental del archipiélago Jardines del Rey.
Escenarios muy elogiados por los buzos son los que ofrecen el llamado blue hole Ojo del Mégano, enorme caverna localizada en los arrecifes cercanos a la bahía de Cádiz (cerca de los límites con Villa Clara), y el parque marino Cayo Piedras del Norte, primera y única atracción de su tipo existente y que ocupa un área de aproximadamente dos millas náuticas cuadradas.