El flamenco y la vida síquica
Por Félix Guerra, colaboración especial para la AIN
Los egipcios escribían la palabra rojo dibujando la silueta del flamenco. También lo apodaban ave Fénix y consideraban que se trataba de un semidios que caía cada tarde en las llamas del sol y a la mañana siguiente renacía de sus cenizas.
Los judíos lo tenían por el animal del Paraíso que resistió la tentación, virtud que le granjeó la benevolencia divina. Los griegos lo llamaban alas rojas, Phoenicopterus en su idioma, que devino luego el nombre científico de la criatura.
Los romanos engullían cerebros y lenguas del ave como el colmo de la exquisitez. Los fenicios cambiaban pieles y plumas de flamencos por ámbar y zinc. Los germanos pensaban que no había elegancia comparable a la de lucir alguna enrojecida pluma suya en el vestuario.
La silueta estilizada, esas patas especializadas en remover el agua en busca de alimentos y el pico que la naturaleza modeló de forma magistral para que el ave subsistiera donde otros languidecían, no son sino atributos encontrados en el camino de una dilatada evolución.
FLAMENCO DE CUBA
El flamenco autóctono es doblemente célebre. Es el mayor de las Phoenicopterus, familia compuesta por cuatro o cinco especies distribuidas en el mundo: llega a sobrepasar los 120 cm de altura.
Es conocido también que su plumaje, gracias a la salinidad de las aguas tropicales y la abundancia de alimentos, es el más rojo y deslumbrante de la parentela. Se cría en cayos, costas, lagunas, marismas y desembocaduras.
Se localizan colonias en los archipiélagos Sabana-Camagüey y en Jardines de la Reina. También en Trinidad, en Guanaroca, Cienfuegos, y en Ciénaga de Zapata.
El flamenco construye nidos en forma de cono. Ahí deposita un huevo o dos. Durante la incubación la pareja se alterna en la tarea. Transcurridos unos 30 días, el polluelo asoma y queda bajo la protección de los padres.
A los dos meses y medio emprende el vuelo, aunque no alcanza la adultez hasta el año y medio de edad. Al nacer el polluelo no parece quien es. Cuello y patas cortas, pico sin definirse y plumón gris, hacen pensar en otra especie.
Luego viene la transformación. De la figura regordeta, surge un ave grácil, con cuello ondulado, extremidades largas y un pico formidable. A los seis años logra reproducirse. Vive hasta los 30.
DANZA NUPCIAL
La danza nupcial del flamenco es uno de los más clásicos espectáculos de la naturaleza. Para el baile de bodas, los flamencos ostentan su más vistoso plumaje. En el corro, macho y hembra levantan al aire un gran himno, mientras se agitan en una danza practicada a través de incontables generaciones de amantes.
El asedio galante y la esquiva duran días, hasta que las parejas se apartan y consuman la fugaz cópula en algún discreto paraje. De esta forma ruidosa, se comienza a gestar vida y el reemplazo para los que abandonan su sitio en la colonia.
El espectáculo y la presencia misma del ave es un aviso de la naturaleza que busca comprensión y sensibilidad humanas. El hombre lleva sobre sus hombros la tarea de preservar la presencia de sus congéneres como método para conseguir su propia sobrevivencia.
Si en contradicción con la lógica y las leyes de relación y dependencia, el ser humano logra sobrevivir a la extinción de sus iguales del reino animal, un mundo despoblado, solitario, lleno de tristes recuerdos, terminaría por arruinar su vida síquica.
El hombre, entonces sin paisaje y belleza, incapacitado para la contemplación, privado de importantes fuentes de alimentos y por lo tanto en camino de perder el resto, apenas tendría serenidad y tiempo para cava su propia tumba. (Por Felix Guerra, Especial para la AIN. (El autor es colaborador de la AIN)