Cuba se distingue muy especialmente por sus playas. Baste con saber que existen más de 300. Algunas muy próximas a ciudades, tales son los casos de Santa María del Mar y las playas del oeste de La Habana.
Las hay que se extienden sin interrupción como Varadero, la playa de arena más fina de todo el país. Otras como Santa Lucía y Cayo Sabinal están protegidas por una extensa barrera coralina donde abunda el codiciado coral negro. Contamos también con algunas muy diminutas, aunque no por eso menos hermosas, como Don Lino, en Holguín, reconocida como «la pequeña gran playa», graciosamente adornada de uvas caletas
Curiosas historias tienen su génesis en María la Gorda , en la península de Guanahacabibes y en Ancón, Trinidad. Las diferentes texturas y color de sus arenas distinguen muy especialmente a Bibijagua, en la Isla de la Juventud y Marea del Portillo en Granma; mientras Cayo Blanco, en este último lugar, sorprende por su absoluta privacidad y recogimiento.
Los más diversos contrastes paisajísticos será fácil apreciarlos en las playas Covarrubias de Las Tunas, Guardalavaca, Estero Ciego y las del Parque Natural Cayo Saetía, en Holguín. Las cálidas aguas de Rancho Luna, en Cienfuegos, las de Baconao, en Santiago de Cuba y Maguana, en Baracoa convidan a un buen chapuzón, al tiempo que la transparencia de sus fondos marinos, invitan a practicar todo tipo de deportes náuticos.
Si de pronto quisieras adentrarte en verdaderos sitios de ensueño, te bastará con llegar a la atmósfera del Parque Nacional Marino Punta Francés, en la Isla de la Juventud, o a los cayos Levisa, del grupo insular de Los Colorados; o Playa Blanca y Sirena en Cayo Largo del Sur; Santa María y Ensenachos, en la cayería norte de Villa Clara; y Cayo Coco y Cayo Guillermo, en los Jardines del Rey.